
Febrero es el mes del amor por excelencia, pero, por suerte, para más mujeres cada vez tiene más que ver con el amor propio y menos con el amor con los demás. Por qué sí, ambos son importantes, pero sin quererte a ti primero nunca podrás querer bien a los demás. Por eso hoy quiero hablaros de un tema que afecta y mucho a la vida de muchas mujeres, provocando altos niveles de estrés y de infravaloración que afectan directamente a su autoestima. En concreto, de lo que suponen la carga mental y la doble jornada laboral, es decir, como conciliación entre familia, trabajo y una misma es normalmente un gran freno para el crecimiento y bienestar de las mujeres.
¿Qué es y que supone la carga mental para las mujeres?
La carga mental es un concepto usado en el trabajo para referirse al esfuerzo intelectual y mental que nos demanda desarrollar las tareas que son necesarias. Es decir, de qué manera trabaja nuestro cerebro para dar respuesta a los estímulos que recibe y poder hacer una tarea concreta. El desarrollo de la tecnología y los avances en la industrialización han hecho que la carga mental de los trabajos aumente en detrimento de la carga física. Cuando los estímulos que recibimos superan nuestras capacidades, entonces hablamos de una carga mental inadecuada.
Además, en los últimos tiempos, se ha popularizado el concepto de carga mental femenina en referencia a las múltiples tareas que deben atender las mujeres en la esfera familiar y del hogar. Muchas veces las mujeres son las encargadas de planificar las tareas del hogar, coordinarlas, tomar decisiones y, por último, ejecutar gran parte de estas tareas -o pedir a sus parejas que lo hagan-. Una situación a la que se suma el cuidado de los hijos y la falta de posibilidades para conciliar, y, normalmente, un trabajo externo remunerado. Este concepto de carga mental trasladado a las mujeres lo popularizó hace unos años la ilustradora francesa Emma Clit a través de su cómic Me lo podrías haber pedido (que podéis leer en español aquí). En él se visibilizan escenas de la vida cotidiana que para muchas mujeres despiertan un habitual “a mí me ha pasado lo mismo”.
Lo que provoca esta situación es el agotamiento y la frustración de muchas mujeres porque siempre tienen la cabeza llena de obligaciones y tareas de las que deben ocuparse ellas. Es decir, se reciben muchos más estímulos de los que nuestras capacidades y límites pueden superar en un sólo día de 24 horas -de las que algunas debemos intentar dormir y descansar-. De hecho, en el caso del trabajo este fenómeno tiene mucho que ver con el suelo pegajoso, puesto que supone un impedimento para el progreso profesional de muchas mujeres que sienten sobre sus espaldas el peso y responsabilidad del hogar y la maternidad.
¿Cuál es la situación de la conciliación en España?
En España la familia es un elemento destacado en los roles atribuidos socialmente a las mujeres y, a pesar de los cambios sociales y culturales de las últimas décadas, la posición de las mujeres en el entorno familiar es aún un importante factor a tener en cuenta en relación a su participación en el mercado de trabajo. El reparto de las tareas domésticas o familiares sigue recayendo de forma clara sobre las mujeres, lo que produce la situación de “doble jornada” que sufren muchas mujeres porque a la jornada laboral debemos sumarle la jornada del hogar.
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La desigualdad o asimetría en la distribución de tareas puede verse de forma clara con algunos datos. Por ejemplo, las mujeres emplean de media 5,9 horas menos a la semana que los hombres al trabajo remunerado (por cuenta propia o ajena) y, por el contrario, 12 horas más que ellos al trabajo no remunerado (es decir, relacionado con el hogar y la familia). Otro ejemplo, en el año 2017 el 90,57% de solicitantes de excedencias por cuidado familiar a pequeños, personas enfermas o mayores eran mujeres, permisos no retribuidos que suponen el abandono del mercado de trabajo. Esta situación no sola implica que las mujeres dediquen más tiempo al hogar o el cuidado, sino que, muchas veces, las primeras tareas que desaparecen o se ven afectadas son aquellas que tiene que ver con el tiempo para una misma, los hobbies o el descanso.
La realidad es que en España no existen medidas que permitan una conciliación real ni un reparto equitativo de las responsabilidades familiares y domésticas. Medidas que no son fáciles por qué deben implicar a muchos ámbitos (educación en la igualdad, revisión de los permisos de maternidad y paternidad, acabar con la brecha salarial, etc.) pero que, sin duda, beneficiaría a las mujeres y les permitiría, por un lado, participar del mercado laboral en igualdad de condiciones y, por otro lado, ganar en calidad de vida y bienestar.
¿Cómo nos afecta a las mujeres?
La presión y obligación que el hogar, la conciliación y la maternidad pone a las mujeres se traduce muchas veces en una gran sensación de cansancio, desmotivación, desánimo e incluso tristeza que acaban por afectar todas las esferas de nuestras vidas. De hecho, la autoestima o autopercepción de las mujeres acostumbra a verse preocupantemente menguada.
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En este sentido, la gran cantidad de estímulos que nos envían las responsabilidades del hogar afectan de forma directa a nuestros niveles de estrés, en concreto, aumenta nuestro estrés negativo o distrés, y, por lo tanto, a nuestra calidad de vida. Estos altos niveles de estrés se cronifican, provocándonos a menudo un colapso, consecuencia de querer hacer un esfuerzo continuo que nuestro cuerpo y nuestra mente no pueden afrontar. Un colapso que suele mostrarse en forma de ansiedad, depresión u otra enfermedad. De hecho, el estrés se relaciona con el desgaste de nuestro sistema inmunológico, por eso es habitual caer enferma después de una etapa de mucho trabajo, así como con la caída del pelo, problemas digestivos, dolor de cervicales o afectaciones más graves, como la hipertensión, diabetes, depresión o problemas menstruales.
¿De qué forma podemos empezar a cambiarlo?
El trabajo para encontrar un equilibrio entre vida familiar, profesional y personal es difícil. En parte porque afecta a toda tu vida y forma de funcionar, por otro lado, porque no todo está en nuestras manos. Pero para empezar hay tres cosas que tú SÍ puedes hacer.
- Cuestiona lo que haces, no des por sentado tus obligaciones en el hogar o en relación a tu familia, pregúntate si asumes o no demasiada responsabilidad -y sé sincera contigo misma-. El primer paso para transformar una situación es tomar conciencia.
- Comparte la conciencia y el conocimiento con los de tu alrededor. Habla con tu pareja, hijos, familia o jefes para que también puedan ver lo que supone la carga mental para las mujeres y cómo eso te afecta. Yo he compartido el cómic de Emma Clit que os comentaba con unas cuantas personas y os prometo que, por lo menos, les he hecho reflexionar bastante.
- Aumenta el tiempo de calidad y de verdad que te dedicas a ti misma. Aunque sólo sean 5 minutos al día tómate este tiempo para estar contigo, en silencio o haciendo algo que te guste. Puedes respirar conscientemente, meditar, leer o tomar algo de forma tranquila. No importa el qué sino el cómo.
Espero que este post os ayude a entender un poco mejor qué supone para las mujeres la doble jornada laboral y que afectaciones tiene la conciliación y la vida familiar sobre nuestro progreso profesional. Mi nombre es Munsa Mompió, soy coach y orientadora laboral especializada en igualdad y perspectiva de género. Ayudo a mujeres a encontrar su propio camino para que puedan enamorarse de su trabajo desde aquello que realmente son. Te acompaño a trabajar mejor para ser más feliz.
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